Sin techo, sin alimentos y con muchos de sus hijos enfermos, un grupo de madres en Bayamo, provincia de Granma, clama por ayuda tras perderlo todo con el paso del huracán Melissa.
“No tengo casa, tengo tres niños. Aquí somos varias madres, todas con tres o más hijos, embarazadas, con fiebre. El ciclón y el río nos acabaron con todo. Dormimos al sereno con los niños y las embarazadas”, denunció Yuliannis Carrasco Pozada, una de las damnificadas, en mensajes enviados a Martí Noticias.
Un video enviado a nuestra Redacción muestra a las familias del barrio "Guapea" que permanecen desde hace varios días en una oficina estatal, sin atención médica ni alimentos suficientes. Las imágenes muestran un baño compartido para todos.
Según Carrasco, hay 18 niños, tres mujeres embarazadas, un impedido físico y diez madres sobreviviendo como pueden en la filial del Instituto Nacional de Seguridad Social de Bayamo, cocinando como pueden entre los escombros y cpmpartiendo un baño.
“Hoy nos vienen a sacar de la evacuación. No tenemos casa. Le escribí a la página del gobierno y no tenemos respuesta. Es triste y duele más cuando no tienes el apoyo de los que son los encargados de salvar vidas”, lamentó.
La joven madre asegura que las autoridades locales no han dado respuesta a sus reclamos. Incluso, afirma que han intentado hablar con Yudelkis Ortiz Barceló, la primera secretaria del Partido Comunista en la provincia, sin éxito.
“Queremos hablar con ella y ni eso nos dejan”, dice Yuliannis, agotada tras varios días durmiendo allí con sus hijos enfermos.
Un delegado de la zona, también afectado por las inundaciones, se ha sumado a las madres para apoyarlas, pese a que él mismo lo perdió todo. “Entre todos estamos cocinando lo que podemos”, explicó Carrasco.
Las imágenes y testimonios que llegan desde Granma reflejan una realidad devastadora: madres jóvenes con sus hijos enfermos, bajo lluvia, sin abrigo ni atención, mientras el régimen repite que “nadie quedará desamparado”.
Pero la historia de Yuliannis y sus vecinas contradice el discurso oficial: han pasado días sin recibir ayuda ni respuesta, solo con la solidaridad entre los más pobres como único refugio.
“Ya estamos cansadas”, concluye Yuliannis. “Queremos que el mundo sepa lo que estamos viviendo.”
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